Lydia


Lydia entra en el proyecto de puntillas, casi sin notarse. Lleva unos días decidiendo si participar o no. Incluso se ha planteado rechazar al final la sesión. Sus dudas son algo confusas, no se ve ni se siente guapa. Nosotros insistimos que no queremos gente guapa, queremos gente normal.

Por fín llega el día y entramos en casa de Lydia, una casa con una familia inmensa. Varios perros y gatos salen a saludarnos. La vida de Lydia no se comprende sin animales, su familia. Por supuesto, es imposible no hacer una fotografía donde ellos sean también protagonistas.

Lydia tiene 28 años y es administrativa- traductora en una empresa de ingeniería. Lo más importante en su vida es sentirse bien consigo misma en todo lo que hace. Voluntaria en una asociación protectora de animales, es su mejor marca de identidad.

Me siento orgullosa de haber encontrado la manera de ser feliz.

Nos insiste, no se ve guapa. Nunca lo ha sentido, nos relata que no le gusta su boca, ni sus mofletes, ni sus cejas que cuida a diario de forma obsesiva, los pies, su pequeño pecho. Son demasiadas pegas a un aspecto físico que nos negamos a rechazar. No podemos callarnos, hay que decírselo, la imagen que ella cree que proyecta hacia los demás está completamente distorsionada. Y para ello lo vamos a demostrar con fotografías amables.

Sin embargo, el discurso de Lydia cambia completamente cuando le preguntamos de que se siente orgullosa como persona «Me siento realmente orgullosa de haber conseguido sola todo lo que me he propuesto hasta ahora, a pesar de que algunos dijeron que era imposible. Me independicé con 21 por un motivo de fuerza mayor y tuve que buscarme la vida, pero decidí que nada haría que dejase de estudiar. Hoy tengo dos carreras, un trabajo bien pagado y por el que me siento afortunada, y vivo rodeada de animales. Me siento orgullosa de haber encontrado la manera de ser feliz.» Justo lo que queríamos oir, una persona que sabe que lo importante no es tu aspecto físico, sino tus retos y metas en la vida, sobre todo intelectuales y de crecimiento personal. Eso es lo que te hace bella.

Una vez más, la sesión de fotos ha sido terapeútica, y así nos lo confiesa «La sesión de fotos me ha ayudado a sentirme mejor, sí, de hecho horas antes había estado a punto de echarme atrás, y una vez ha terminado me he sentido ilusionada y contenta, creo que he dado un paso más hacia la aceptación de mí misma, pues mi problema no es desnudarme sino mostrarme sin maquillaje. Yo no me considero guapa, pero con unos trucos de maquillaje soy resultona, me he acostumbrado a eso, y es lo que vemos a diario por todas partes, así que sin maquillar me siento muy insegura, llena de imperfecciones, y creo que a partir de ahora podré mirarme a mí misma, al natural, de una manera más benevolente.»