Judith


Judith llega con una sonrisa enorme en su cara y unas botas altas negras. Viene completamente decidida y nos va a sorprender desde el primer momento.

Tiene 39 años y es administrativa, contable, RRHH, secretaria personal, de todo en la empresa para la que trabaja. Un día a día duro que se gana con fuerza y energía positiva, y por supuesto haciendo equilibrios con lo más importante de su vida: su hija, su pareja, su familia, sus amigos y sus aficiones. Lo de cualquier persona normal y corriente pero que solo cuando te la cuentan la valoras mucho más. O como dice ella «La vida en si misma. Una vez leí que la verdadera felicidad está en pensar en que nada es realmente importante, y no paro de darle vueltas»

Creo que lo realmente importante es vivir. Vivir con intensidad.

Le hacemos la pregunta obligada, qué le gusta de su cuerpo, y la respuesta es grande: «De mi cuerpo, me gusta todo. No creo que pudiera vivir en otro. Y lo odio en la misma medida. Cambiaría todo él. Pero todo. O me veo muy bien, o horrible. Creo que soy un estado de animo, más que una cara o un cuerpo, bonito o feo.»

Sus restos y sus metas son también sencillas y sinceras: Vivir según venían las cosas. La meta es saborear el día a día y disfrutar de su gente al máximo.

Según nos confiesa unos días después de la sesión de fotos, no venía a este proyecto con la idea de reafirmarse en nada:  «Ya he dicho que amo y odio mi cuerpo a partes iguales. La foto de mi tripa destrozada por el embarazo, cambios en mi cuerpo, no hace que me guste más o menos. Pero es una foto bonita, por lo que dice.»

Judith piensa que no tiene algo especial, o una historia conmovedora que removiera conciencias como otras protagonistas del proyecto. Pero según nos reconoce, viendo ahora las fotos piensa que la historia la deberíamos contar nosotros. En como vemos la belleza donde otros, no solo no mirarían, sino que apartarían la vista.

Me fascinaba esos momentos en los que el fotógrafo buscaba esos detalles de mi cuerpo. Me ha enseñado a mirar en esas partes de mi cuerpo y ver historias.

Y nosotros no dejamos de ver historias en cada parte de su cuerpo. Un pecho atlético formado en el gimnasio, una tripa que es el mapa de la llegada al mundo de su hija, unas estrías que empiezan a aparecer tímidamente y que dan a su cuerpo el carácter de una mujer hecha a si misma.

«Ha sido una experiencia maravillosa, divertida, especial. Me costaba buscar mi lado sensual, y en algunas fotos ha quedado más que palpable. Gracias de nuevo.»