Ana


Por mucho que se empeñe la sociedad y la industria en convencernos que la belleza es una cuestión física, Ana nos visita en el estudio para participar en el proyecto y para demostrar que la belleza es la vida en si misma.

Ana tiene 43 años y a días de tener 44 cuando hacemos esta sesión. Es veterinaria, siempre quiso ser veterinaria, y tiene una clínica pequeñita en un pueblo de Madrid, desde hace 20 años, que se dice pronto.

Ana nos contesta a las preguntas habituales de nuestras entrevistas, y de nuevo ella destaca lo más importante de su vida: su familia y sus amigos, conseguir que sean felices.

Odio mi cuerpo. Durante muchos años no me he mirado a un espejo, ni para comprar ropa.

Ana disimula muy bien sus inseguridades, y nos confiesa que solo le gustan sus ojos porque cree que son sinceros: «De mi cuerpo es fácil, sólo me gustan mis ojos. No por bonitos de color o grandes o lo que sea, sino porque creo que mi alma asoma por ellos. Puedo disimular muy bien mis inseguridades, pero si miras mis ojos, las ves.» Pero Ana nos da una bofetada a continuación: «Odio mi cuerpo. Durante muchos años no me he mirado a un espejo, ni para comprar ropa. Mi pareja actual a la que amo con locura en una ocasión me puso delante de un espejo mientras me abrazaba repitiendo, eres preciosa. Y lloré. Después de muchos años me miré.»

cada estría que cubre mi abdomen es un homenaje al amor profundo por mi hijo

Pero Ana no es débil ni mucho menos. Es veterinaria, logró licenciarse a pesar de la presión que tenía a su alrededor, matrimonio, formar una familia. Lo consiguió todo y solo por eso merece ser admirada y tenerla de referencia de vida. «Si no hubiera sido capaz de licenciarme, no hubiera podido conseguir sacar a mi hijo adelante. No digo que ser madre sea mi mayor logro, porque ser madre es una decisión o una opción. Y por supuesto, eso no significa que cada estría que cubre mi abdomen no sea un homenaje al amor profundo por mi hijo.»

puede haber belleza en cada curva.

Le preguntamos que le ha parecido la sesión y las fotografías. De nuevo, como otras, Ana nos reconoce que ha sido terapeútica: «Cuando una pesa 20 kg más de lo establecido como canon, es muy difícil verse guapa, atractiva o deseable. Y por otro lado quería atreverme a decirme a mi misma -Está soy yo- y no pasa nada, porque puede haber belleza en cada curva. Hay que aceptarse y en mi caso creer en ese -eres preciosa- que mi pareja me repite cada día, aún rodeado de mujeres que cumplen todos los cánones que yo rompo.