María


María llega enfundada en un abrigo grueso y unas gafas pequeñitas. Nada puede hacernos sospechar lo que hay debajo de ese camuflaje de mujer trabajadora y activa.

Tiene 32 años recién cumplidos y se gana la vida como veterinaria, pero en lugar de dedicarse a la salud de los animales, se dedica a cuidar que los alimentos que tomamos sean seguros y de calidad.

Lo más importante de la vida de María es sentirse útil, satisfecha con lo que hace, ya sea en el trabajo, en casa, con sus aficiones que son muchas: cocina, hace pan y escribe sobre ello, baila oriental tribal y poledance, hace ganchillo, no para. Y por supuesto, tal y como dice ella «que la gente que me rodea esté orgullosa de mí y les aporte mucho bien. Como dice el dicho -ser tan buena persona como mi perro cree que soy-, y debe de ser mucho por cómo me tratan mis dos perros.»

Aunque parezca mentira, a María no le gustan algunas partes de su aspecto físico, ella dice que vienen de serie, herencia familiar: la estatura, tiene una piel con poros muy marcados, se le notan mucho las venitas; tampoco me gustan sus manos y pies  «por más que los arregle y pinte las uñas no lucen. Bien pensado, ¿hay gente a la que le gusten sus pies? pero también reconoce que cada vez le gustan más partes de su cuerpo: «Al principio llevaba fatal ser tan caderona, me veía desproporcionada con una espalda tan pequeña y un culo tan marcado; ahora me encanta. Mis ojos también me gustan mucho, tanto con gafas como sin ellas.»

Nos encanta siempre esta parte de la entrevista, porque esta persona que mostramos aquí, con una belleza natural impresionante, posee el orgullo de haberse propuesto y conseguido trabajar de lo que estudió en la carrera, ver que tantos años de esfuerzo se han visto recompensados; y que le gusta lo que hace. Que puede haber más bello que una persona completa en todas los aspectos de su vida.

Hay cosas que pueden cambiarse y cosas que vienen de fábrica, hay que aceptarlas porque si no te aceptas, es muy complicado que te quieras.

La sesión de fotografías ha sido fácil. María sabe posar, sabe mirar a cámara y vendernos lo que quiera. Tras acabar, nos confiesa sus sensaciones «Ayuda mucho verte tras la perspectiva de otras personas, muchas veces piensas que puede ser condescendencia pero realmente tienen razón. También aprendes a ver más lo que te gusta a ti y menos lo que tiene que gustar según lo establecido en cada momento. Hay cosas que pueden cambiarse y cosas que vienen de fábrica, hay que aceptarlas porque si no te aceptas, es muy complicado que te quieras.»

Es gracioso, no ha sido hasta hace unos pocos años (menos de cinco) que yo no me consideraba más que un cerebrito y ya, como si no tuviera derecho por ello a tener buen cuerpo y a mostrarlo, a sentirme bonita.

Sentirse a gusto con tu vida es el mayor reto que puede tener una persona, sin que tenga que ver en absoluto tu aspecto físico. Es evidente que muchas estarán pensado, al ver las fotos de María, que para ella es muy fácil decirlo. Es guapa, hipnótica a la cámara, pero ella también tiene sus obsesiones y las reconoce. Ninguno nos vemos perfectos nunca, y somos siempre las víctimas de una sociedad que ha sido idiotizada por la industria de la moda, la cosmética, las revistas. Como nos dice María «Partimos de la base que la industria del cuerpo y la belleza se sustenta en una mentira, y aquí estoy yo con mis poros y mi celulitis desde los 16 años y todavía me quedan muchos años más que compartir con ellos. Aceptarme, quererme con mis defectos es un desafío a una sociedad de consumo. Yo también he vivido acomplejada por ser un palo por desarrollarme tarde, por tener mucho vello en los brazos, por dentona, incluso por ser -la listilla de la clase- Es gracioso, no ha sido hasta hace unos pocos años (menos de cinco) que yo no me consideraba más que un cerebrito y ya, como si no tuviera derecho por ello a tener buen cuerpo y a mostrarlo, a sentirme bonita.»

Adiós María, nos has dejado con la boca abierta.