Gemma
Gemma se mueve entre la realidad y la fantasía con una soltura asombrosa. Llega al estudio dispuesta a participar en este proyecto, pero no la hemos dejado fantasear. La queremos natural, y así la hemos fotografiado.
Tiene 44 años y se gana la vida como comercial en una empresa de masas congeladas Nos cuenta que eligió esta profesión de forma vocacional, porque cada día es diferente y le permite relacionarse con gente muy dispar que va enriqueciendo su vida «¡me encanta mi trabajo y la zona en la que estoy destinada!, el centro de Madrid. Trabajar en esta zona es como estar dentro de un libro de Historia. Me voy cruzando a diario con excursiones y de cuando en cuando despliego la oreja jajajaja.»
Nuestras preguntas van fluyendo y ella contesta. Como no podía ser menos Gemma lo tiene claro en cuanto a lo más importante de su vida: su hijo Jorge, y por supuesto su marido, sus gatos y su familia «Jorge es el tesoro más valioso que poseo. Es un niño sensible, sensato, comprometido con los desfavorecidos y gran amante de la Historia. Comparte conmigo la pasión por los animales y el rock.»
Estoy muy orgullosa de haber pedido ayuda cuando la necesité, para convertir aquella etapa negativa en una lección de vida.
Empieza la parte «chunga» de la entrevista y Gemma tiene demasiadas cosas que no le gustan de su aspecto físico. Su tripa, sus piernas con varices, pero también nos reconoce que, aunque hubo un tiempo que su nariz no le gustaba, con el paso de los años se ha dado cuenta que esa nariz es parte de su personalidad. No sería ella sin esa nariz. Por supuesto, ella también considera que también tiene cosas de su aspecto físico que le gustan mucho, como su sonrisa, su pecho o el pelo. Y nos damos cuenta que está en un equilibrio constante entre gustarse y no gustarse.
era una niña feúcha con gafas gruesas y más bien desgarbada, a la que siempre llamaban fea. Tenía un reducido grupo de amigas, pero lo que más me ayudó a superar aquella etapa fueron mis amigos imaginarios, me pasaba el día soñando e inventando historias con ellos.
Las fotografías fluyen, y la dejamos que saque su lado ensoñador, no todo van a ser fotos serias, y unos pétalos de rosa hacen que Gemma se vaya por unos minutos a sus mundos. De vuelta aquí, nos cuenta cual es su meta alcanzada, de lo que más se siente orgullosa en su vida, y nos sorprende con una historia triste de la que se puede aprender mucho: «Mi gran logro ha sido superar los traumas de una infancia y una adolescencia muy dura. Mi madre estuvo diagnosticada como enferma mental durante muchos años. Lo que inicialmente se diagnosticó como una Esquizofrenia, resulto ser un Hipotiroidismo en fase grave (actualmente y desde hace muchos años gracias a los avances en medicina es una persona totalmente recuperada). En mi infancia conocí lo que es el rechazo social, mi madre siempre estaba en boca de todo el mundo por sus comportamientos extraños. También sufrí lo que hoy conocemos como bullying, era una niña feúcha con gafas gruesas y más bien desgarbada, a la que siempre llamaban fea. Tenía un reducido grupo de amigas, pero lo que más me ayudo a superar aquella etapa fueron mis amigos imaginarios, me pasaba el día soñando e inventando historias con ellos. Siempre me he sentido una incomprendida. Estoy muy orgullosa de haber pedido ayuda cuando la necesité, para convertir aquella etapa negativa en una lección de vida. Lo que me gustaría resaltar es la lectura que hago de esta sociedad, cuando mi madre estaba enferma nos sentimos tratados como unos apestados, incluso por nuestros familiares, y desde que ella está bien todo el mundo acude a tu lado. Que hipocresía circula por el mundo, sinceramente prefiero vivir en mi mundo de sueños y de fantasía.»
Me veo cañón en las fotos, los diez kilitos que me sobran son preciosos.
Finalmente Gemma nos declara que se ha sentido muy a gusto con la sesión de fotografías, se ha divertido y ha disfrutado. Las sesiones de este proyecto son ya famosas por «terapeuticas» y Gemma no es la primera que nos confiesa que ha salido con las pilas cargadas «me he divertido y he disfrutado una barbaridad. Llegué súper relajada y salí con las pilas cargadas consciente de que soy una persona que disfruta al máximo de las experiencias nuevas que nos brinda la vida. Estoy feliz de haber participado en este proyecto y quiero más. Me veo cañón en las fotos, los diez kilitos que me sobran son preciosos.»